Escribió José Donoso que el grabado es arte y artesanía a la vez… que tiene en él tanta importancia la concepción artística como el trabajo manual, la selección de papeles y tintas, la paciencia e incluso la fuerza muscular. Y si en algún momento perdió la atención de los artistas visuales, hoy día, en tiempos tan inéditos, parece haber un repunte del interés por esta ancestral técnica de estampado y sobre todo por indagar en sus múltiples nuevas posibilidades.
Hoy una muestra de ello es la colectiva de obra gráfica representativa de Uruguay que se presenta desde el 16 ppdo. en el Museo Fernando García Ponce-Macay: una exposición muestra de la producción contemporánea artística de los creadores del país sudamericano, en la que tanto se pueden observar sus particularidades como reconocer lenguajes análogos a las tendencias de los creadores en otras latitudes.
La obra, instalada de las salas 1 a la 5, brinda un recorrido por la producción de las generaciones sigloveinteras y contemporáneas de la producción gráfica uruguaya. En primera instancia, la sala 1 cumple también una finalidad didáctica y de justa memoria al incluir imágenes y textos explicativos del importante movimiento promotor de la gráfica en el Club de Grabado de Montevideo, que pervivió de los años cincuenta a los noventas -incluso a pesar de la dictadura militar de 1973 a 1985-. Así como en México el Taller de la Gráfica Popular manifestó una ideología revolucionaria, el club uruguayo procuró la creación artística, los apoyos externos, el aprendizaje y el trabajo conjunto y la manifestación del pensamiento liberal.
Hoy día, los artistas que exponen en las salas 1 y 2 no son de la generación de aquel club de grabado, aunque sí sus herederos y continuadores. Tanto en sus materiales, técnicas y soportes como en sus contenidos y propuestas temáticas se puede reconocer y observar el deseo de investigar y proponer, sin perder algunas trazas de la tradición gráfica de su país.
En la sala 1 se presenta igualmente el trabajo de los artistas Diego Bertorelli, Juan Cano, Eloísa Ibarra y Elisa Ríos: Bertorelli (Montevideo, 1973) elige la monotipia sobre papel para presentar elementos tridimensionales a manera de rollos estampados y organizados geométricamente y en los cuales los pequeños elementos figurativos se abstraen y generan sensaciones rítmicas a la visión del espectador. A su vez, Juan Cano (Montevideo, Uruguay, 1954), quien vive y trabaja en Suecia y tiene una trayectoria de exposiciones en este nórdico país, opta por el trabajo en color, y los nuevos materiales: sus piezas están impresas con serigrafía sobre plexiglass y están instaladas en pedestales para obtener objetos planimétricos antes que imágenes bidimensionales.
Eloísa Ibarra (Montevideo, 1968) es activa creadora y diseñadora gráfica también. Su propuesta artística elige técnicas como la calcografía y la xilografía sobre MDF para producir imágenes precisas y contenidas, de lenguaje predominantemente abstracto. En opinión de Sonia Bandrymersobre Eloísa, “Su universo de estilizadas estructuras geométricas la vinculan a la rica tradición latinoamericana prehispánica”. Y por su parte, Elisa Ríos combina técnicas como el collage y la serigrafía para plasmar su imaginario creativo, expresionista e inquietante, en superficies de PVC colgadas de las paredes, con resultados de gran dinamismo.
La Sala 2 convoca también a tres artistas: Rimer Cardillo, Eduardo “Pincho” Casanova y Claudia Ganzo. La trayectoria de Cardillo muestra su interés por la tridimensionalidad y las texturas. En efecto, desde el acceso a la sala 2 llaman la atención los volúmenes de su obra, de color blanco absoluto y realizada con papel hecho a mano que logra un efecto de sutiles volúmenes, de efecto orgánico. En otros territorios, Eduardo Pincho Casanova (Montevideo, 1957) se pronuncia por el arte digital, no en balde es fotógrafo, videasta, productor y realizador multimedia, y en YouTube se pueden ver algunas emisiones de su programa televisivo “El Monitor Plástico” y sus “neojuguetes” realizados con desechos industriales. Su propuesta en el Museo es una videoinstalación que incluye 100 grabados. Finalmente, la obra de Claudia Ganzo (Florida, 1966) quien estudió psicología y fotografía, suma elementos gráficos y experimentales, intervenciones y efectos de elementos monocromos superpuestos para brindar piezas de oscura e inquietante vehemencia. Aunque el repaso es apenas una mirada, la coyuntura de conocer tanto la historia de los predecesores como el trabajo actual de los artistas uruguayos se presenta desde mediados de noviembre y hasta fin de año en la exposición de otoño del Museo Fernando García Ponce-Macay, dedicado esta vez, en buena parte, al pequeño país sudamericano, oportunidad de conocer otro país con circunstancias si bien distintas también análogas en muchos aspectos al nuestro, tan pleno de contradicciones.- María Teresa Mézquita Méndez
|